SÖNIQUÊ
Esta es una reseña al pasado, que me permite hacer un breve paréntesis en nuestro análisis de la actualidad de la noche madrileña, y evocar un sitio de otra época. Se trataba de una paradisíaca isla ubicada en medio de un lago artificial, en el complejo de ocio de Parquesur, en Leganés, que ha sido transformada en su totalidad en un establecimiento comercial; una lágrima resbala por mejilla en señal de duelo por su desaparición.
Era el año 2001, y el bombazo de la música electrónica en sus distintas vertientes y en la más comúnmente denominada “ bakalao” explosionaba en la noche de nuestra ciudad y nuestro país. Multitud de canciones inolvidables, dj´s, y salas aparecían sin cesar ofreciendo a sus adeptos una gama de posibilidades sin igual.
En medio de esta vorágine musical, nació Söniquê, un proyecto encabezado por los dos dj´s nacionales más importantes de nuestro país en los últimos 15 años, Nano y Abel Ramos ( con permiso de Cristian Varela ), acompañados por un buen número de secundarios, y estrellas mundiales de relumbrón que querían exhibirse en la sala, los cuales acudían esporádicamente, provocando llenos constantes.
Dos partes de la misma discoteca ofrecían variedad musical a sus clientes, mientras en una los sonidos progresivos del momento reinaban, con efectos de sonido, luz y corrientes de aire de fondo, acompasados por los sensuales bailes de sugerentes Gogós, la otra era un pasillo de música cantadita y que llegaba al alma, y te permitía respirar del bullicio interior.
El ambiente, a pesar del “ macarreo” que conlleva un sitio de ese ambiente, era inmejorable, se respiraba amistad y cordialidad, si cabe, en exceso, y no era de extrañar ver a un desconocido dándote un abrazo o el teléfono, y levantarte al día siguiente con una agenda completísima pero de gente inútil del mismo sexo. El estado de ánimo bien tenía que ver con las tremendas “ melopeas” de los danzantes, pero que rara vez acababan en bronca, pues por lo que siempre se distinguió el lugar analizado era por la capacidad amistosa entre los asiduos de la fiesta. Eso no quiere decir que no hubiese gente insoportable y auténticos “ personajes”.Sin olvidar el escapismo de neuronas en el ambiente que nunca volverán y de gente que nunca las necesitará, ni las echará en falta.
Mención aparte merecen tres nombres, sin los que la fiesta hubiese sido igual, y las anécdotas que los mismos originaban: Ignacio ( más conocido como Don Igna), Antonio ( Antoñazo) o Rubén ( Rupppén).
Don Igna era un clásico de la fiesta, típico obrerazo que vive por y para el fin de semana, y para dejarse los cuartos que duramente ha sufrido para ganar tras la explotación laboral semanal . Un tipo peculiar, conseguía irritar al dj presente pidiéndole canciones, cuando para uno de ellos, en ese mundillo, eso era algo peor que le llamases: “ hijo de puta”.
Colosal su búsqueda de la aspirina perdida, media discoteca intentando hallarla junto él, incluidos los miembros de seguridad, es famosa la frase de: “la pastilla, la pastilla....”.
Es uno de los pocos privilegiados al que le han echado de la discoteca Groove por pasado de rosca.
Antoñazo tiene tipo de gorila de discoteca, bíceps al viento, cerraba las salas por obligación, compañero inseparable de fatigas de Don Igna, con el sobrenombre de Antonio fiestones, era el amigo de los mayores delincuentes que rondaban la discoteca. Muy conocida su anécdota de querer meter un carrito de la comprar en el tren de cercanías, o la de hacer botellón al salir de la discoteca.
Rupppén, bicheador nato, era uno de los distinguidos relaciones públicas de la sala, con carrera, titulaciones de postgrado, y un impresionante currículum, consiguió elevar el caché de la misma, repartiendo pases por toda España. Sus tácticas de ligue, sin igual, eran temidas y copiadas por muchos de los allí presentes (R- ¿ Oye, no te llamarás Alicia?; Chica- No, ¿ por qué?; R - Porque vienes del país de las maravillas; Chica – Sonríe, y huye despavorida ).
Musicalmente excepcional, en una época reina para esta música, auténticos himnos te hacían volar y separarte de tu cuerpo, en ocasiones, en sentido literal. Las disputas internas entre sus cabecillas musicales, los insuficientes recambios, y una fiesta GOA, en la que el descontrol reinó en la sala, fueron fabricando el ataúd de la misma. Tras el cierre temporal impuesto por las autoridades como consecuencia del citado desenfreno, ya nada volvió a ser igual; aún así, una despedida tremendamente emotiva puso el broche de oro a una sala excepcional, cargada de sensaciones.
La última noche fue inolvidable, en todos los sentidos, ver a al Sr Guzmán vomitando negro no tiene precio, así como recordar el frustrado intento de robo de su coche ( ocurrió sólo en su imaginación) tras la mirada estupefacta de los cuerpos de vigilancia privada del parking, que decían :estos dos van fatal.
Fueron muchas noches allí dándolo todo, sólo de evocarlas se me ponen los pelos de punta.